Los peligros de las fake news: cuando el clic vale más que la verdad
La educación, la verificación de fuentes y una comunicación responsable resultan clave para salvaguardar el futuro de nuestra sociedad y nuestras empresas.
Las fake news no son un fenómeno nuevo. ¿Quién no ha escuchado que Adolf Hitler fingió su suicidio y huyó a Argentina tras la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial? ¿O que Paul McCartney murió hace décadas y fue reemplazado por un doble para continuar con el éxito de The Beatles? Y más próximo a nuestros días: ¿recuerdas la proliferación de noticias que aseguraban que, con el cambio de milenio, los ordenadores iban a colapsar, provocando toda clase de desastres como apagones globales o, incluso, caídas de aviones?
Bulos como estos tuvieron cabida en conversaciones, debates públicos y hasta llegaron a ser publicadas en los medios. Es decir, ganaron difusión y fueron considerados como ciertas por cientos de miles de personas. Sin embargo, nunca hasta ahora la velocidad de propagación de las noticias falsas ha sido tan alta; tampoco su capacidad de movilizar a parte de la población y generar situaciones críticas. La preocupación que despierta esta realidad es hoy mayor que nunca por una razón: su potencial para desestabilizar el sistema político, económico y social.
Según el Foro Económico Mundial, la desinformación es el principal riesgo mundial en los próximos dos años y el quinto riesgo en la próxima década. La tecnología y, sobre todo, las redes sociales, han multiplicado su difusión y sus peligros. Pero también la tecnología y las redes son las mejores herramientas para luchar contra ellas.
“Para la difusión del bulo es esencial la velocidad de propagación”, explica Ismael El-Qudsi, CEO de Internet República. “Ahora con las redes sociales, pero sobre todo con WhatsApp, la difusión de las fake news se hace incontrolable”, observa.
Tenemos un ejemplo muy cercano con la infinidad de informaciones falsas que se propagaron durante los días posteriores a la terrible DANA que asoló Valencia y Albacete y que multiplicaron la tensión social. Las propias herramientas tecnológicas ofrecen soluciones o limitaciones para tratar de reducir el impacto. Por ejemplo, nos cuenta Ismael, “WhatsApp no permite reenviar ciertos mensajes virales a varios grupos a la vez… para tratar de ralentizar la difusión de bulos”. Sin embargo, medidas como esta no han impedido que decenas de bulos se hayan extendido como una mancha de aceite.
¿Por qué se extienden tan rápido las noticias falsas?
¿Cómo definimos el concepto de lo que es una fake news? Podríamos decir que se trata de una información falsa divulgada en forma de artículos, imágenes o vídeos, que se presentan como reales y cuyo objetivo es manipular la opinión pública. Hoy en día resulta más fácil que nunca construir un mensaje falso, utilizando imágenes fuera de contexto o falseando y publicando los datos sin utilizar fuentes reales, expertas o de confianza. Y lo que es especialmente reseñable: normalmente están vinculadas a temas polémicos, escabrosos o sensacionalistas, que suscitan mucha más curiosidad por parte de los usuarios y multiplican el deseo de compartir.
El estudio Shifting attention to accuracy can reduce misinformation online, publicado en Nature, es una firme demostración de la afirmación anterior. Los investigadores presentaron a varios grupos de personas diversas noticias publicadas en medios, la mitad de ellos eran falsos. Los encuestados calificaron como “precisos” con más frecuencia los titulares verdaderos de esas noticias. Sin embargo, existía más del doble de posibilidades de que compartieran los titulares que coincidían con sus ideas, aunque estos fueran falsos, que los que consideraban más precisos.
Lo cierto es que no solo organismos internacionales como el Foro Económico Mundial alertan sobre los peligros que acechan con las fake news, también la ciudadanía está cada vez más sensibilizada sobre el tema, sobre todo por el poder de las redes sociales. Según un reciente estudio llevado a cabo por El País y la Cadena Ser, “el 56,9% de las personas identifican las redes sociales como el medio donde se encuentran más información engañosa o incorrecta. En segundo lugar, la televisión, señalada por el 34,3%”. Por su parte, el 25,2% de los encuestados identificaron a influencers y youtubers como fuentes de noticias falsas.
Un fenómeno que inquieta a la sociedad
Esto ha incrementado notablemente la inquietud social. Así lo demuestra el Digital News Report 2024, elaborado anualmente por el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford. Según sus datos, la preocupación por la desinformación afecta hoy a siete de cada diez españoles, seis puntos más que en 2023. España es el tercer país europeo al que más le preocupa la desinformación, solo por detrás de Portugal e Irlanda.
¿Qué podemos hacer para frenar esta lacra que atenta sobre una de las líneas de flotación de cualquier sociedad avanzada: la confianza? La respuesta no es fácil. Pero una cosa está clara: todo pasa por la formación y la sensibilización. “Estamos en un entorno con una gran cantidad de nuevos medios y formatos de comunicación, pero la educación, incluso universitaria, está alejada de la realidad que sufren las empresas”, explica Ismael El-Qudsi.
Cómo deben reaccionar las empresas contra ellas
Y es que las marcas se convierten también en una de las grandes damnificadas de estas situaciones. Una información falsa puede hacerle malograr su valor más importante, la credibilidad, y generar una pérdida de reputación de la que resulta difícil salir sin que afecte a la cuenta de resultados.
Por ello, toda la comunicación que desarrollen en cada uno de sus canales debe ser coordinada por profesionales y estar perfectamente verificada. “Las empresas tienen que emitir en sus redes sociales solo la información previamente contrastada y si el bulo les afecta a ellas desmentirlo de inmediato en todos los medios posibles donde sean referenciados”, señala el CEO de Internet República.
En paralelo, es absolutamente necesario saber qué es lo que están diciendo de ella en canales externos, para adelantarse y poder reaccionar ante posibles bulos: “Es recomendable tener un plan de escucha activa sobre lo que se dice de una marca en redes sociales y un protocolo de actuación para saber qué pasos dar si se produce una crisis de reputación”, explica Ismael.
Si dudas, no compartas
La lucha contra las fake news es una responsabilidad que implica a todos: gobiernos, empresas y ciudadanos. Para evitar caer en la trampa y extender una situación perniciosa (y peligrosa) es importante ser capaz de identificarlas. El CEO de Internet República nos da las claves para hacerlo. En primer lugar, hemos de ser reacios a compartir las noticias que “no estén avaladas por organismos oficiales o medios de gran relevancia”, señala. “Es importante confiar solo en fuentes oficiales, lo cual es difícil porque las cosas ciertas no se propagan con la misma velocidad que las fake news”, observa Ismael.
Para las empresas es esencial que cualquier comunicación esté basada en datos ciertos y cuenten con el respaldado de fuentes confiables. “Las radios suelen ser más fiables porque es ‘tiempo real’, suelen emitir contenidos de información y no buscan tanto la imagen llamativa como sí se busca en las redes sociales e incluso en la televisión”, explica Ismael.
De cualquier modo, la fiabilidad 100% no existe, pero todos podemos poner de nuestra parte para disminuir el impacto de las fake news. ¿Cómo? Siguiendo este axioma: si dudas, no compartas. “Si una noticia no está avalada por un medio reconocido, lo mejor es no difundirla y eso que, hasta los medios más serios, comenten errores”, explica El-Qudsi.
Qué rasgos comparten las fake news
Te dejamos varias claves que pueden servirte para identificar una noticia falsa:
– Se centran en datos o hechos que es difícil verificar.
– Titulares excesivamente llamativos.
– No es recogida por los medios de comunicación.
– Apela a las emociones y busca la polarización.
– Mal escritas.
– Suelen ser anónimas. La fuente puede ser también un medio o canal desconocido.
– No citan a expertos o estudios.
– No dan contexto.
– Obvian las fechas.
– Imágenes y vídeos sacados de contexto o de muy baja calidad.
La lucha contra las fake news exige, además, un esfuerzo aleccionador, especialmente en el público más joven, que ha nacido con las redes sociales como canal de información y comunicación principal y otorga especial credibilidad a lo que en ellas apareces. Un estudio de Save The Children asegura que más de la mitad de los adolescentes españoles tiene dificultad para identificar las noticias falsas. Es muy importante que sean capaces de distinguir las informaciones falsas de las ciertas para generar una sociedad, presente y futura, sana.
Lo decíamos, la educación es clave e implica a varios ámbitos. “En la escuela, desde los primeros años en que los niños tienen contacto con la tecnología, hasta en cursos de formación, para empresas, emprendedores, etc, que no saben moverse en este océano digital de medios, submedios e influencers de todo tipo”, señala Ismael El-Qudsi.
La sensatez, la prudencia y la profesionalidad han de estar en el centro de cualquier comunicación. No todo vale para lograr un clic. En eso incide especialmente el Fondo Económico Mundial. Las pérdidas que puede sufrir una empresa por compartir un post falso en términos de credibilidad, de confianza o de imagen de marca, pueden tener un valor incalculable a medio y largo plazo.
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